Vengo de pasar un año recorriendo Brasil grabando mi nuevo disco. Se lanzará la próxima semana y se llamará Alborada de Brasil en homenaje a unas proféticas palabras que dejó escritas mi abuelo. Su padre, mi bisabuelo, José María Núñez, emigró allí a principios del siglo XX desde A Mezquita (Ourense) y desapareció. Siempre me dijeron que lo mataron por celos profesionales. Él era músico, como yo, y siempre sospeché lo que las pistas estan confirmando: que, en realidad, como muchos gallegos, inició un nueva vida en el Nuevo Mundo.
Pero esto no es lo más importante de la historia. El asunto es que esta fructífera exploración musical se acabó por convertir en un auténtico viaje iniciático en el que aprendí una gran cantidad de cosas que atañan a Galicia. Estas son las que me gustaría compartir con todos vosotros en esta serie de artículos que comienzo, esperando que todo lo que aprendí por Brasil sirva a más gente.
Donde pervive el alma de la gaita
Brasil siempre ha sido para los gallegos una patria secreta donde desaparecer. En Brasil hablan la lengua más parecida al gallego que existe, si no es la misma... En el Brasil sigue viva el alma de la gaita, transmutada en otros instrumentos. Allí, la cultura de las cantigas medievales gallego-portuguesas, nuestros instrumentos musicales casi desaparecidos, nuestras tradiciones... se mezclaron y se hicieron universales. En Brasil vive nuestro pasado y quien sabe si nuestro futuro.
Allí nos encontramos nuestra deseada síntesis entre la cultura urbana y la rural. En Brasil, las olas del mar, la alborada, las noches de luna resplandeciente, las estrellas, las estrellas de San Juán, las sirenas, las brujas y el sirimiri, por no hablar de nuestros diminutivos... gozan del glamour de lo artísticamente universal. Dicho con otras palabras: en Brasil vive una "Galicia cool". Imaginaos la cara que pusieron la gente de Sony cuando les conté todo esto mientras escuchábamos el disco: "¡Vaya con estos gallegos! Ahora van y crean la música gallego-brasileña!".
El caso es que vuelvo a casa convencido de que nuestra relación con Brasil puede ser clave para Galicia en su continua reinvención de país y, por que no decirlo, en la creación de nuevos mercados. Se que está todo por hacer, pero pienso que podríamos estar delante de una nueva conexión artística tan potente como fue la música celta, con la que de alguna manera conseguimos, desde mediados de los años noventa, poner a Galicia en el mapa para mucha gente.
En la serie de entrevistas que realizamos para el documental que se estaba haciendo de forma paralela al disco, Ramón Villares, presidente del Consejo de la Cultura Gallega, ya nos avisó: "Brasil es una gran apuesta, no sólo económica, sino también cultural". Mi amigo Manuel Bragado, director de Xerais, lo resumió en tres palabras: "Brasil somos nosotros". Hace poco tiempo, Juan Luis Cebrián fue mucho más allá y dijo que "Galicia tiene la suerte de ser la tierra de las cantigas y puede ser el puente de España y Europa con Brasil".
Sorprende que semejante mina no haya sido explorada ya por Galicia. Brasil no forma parte del conjunto de lugares con los que tenemos afinidad, como pueden ser Argentina, Cuba, Irlanda o Portugal. Hasta ahora nuestra relación con este gigante de ya casi doscientos millones de habitantes se la debemos al tenaz trabajo de nuestros emigrantes, a los no siempre comprendidos reintegracionistas y amantes de la lusofonía y a algún pionero como D. Valentín Paz Andrade, que en los años setenta publicó una guía de la que hablaré en el próximo artículo y que nos descubre un nuevo concepto: "A Galeguidade de Brasil"
Nadie les habló de nosotros
El brasileño de a pie desconoce la existencia de Galicia. No es culpa suya, ya que nunca se lo contaron. Era duro para Portugal reconocer que parte de su cultura viene de una España existente en ese territorio. Incluso ignoran donde está exactamente Santiago de Compostela. En cambio, el Camino les fascina, una prueba es el éxito sin precedentes del escritor Paulo Coelho. Cuando descubren que todo eso viene de ese misterioso país, que no trae emparejado el imperialismo europeo, que tanto causa molestia a los brasileños, entonces se apuntan sin dudarlo... De alguna manera Galicia ayuda a los brasileños a descubrirse a ellos mismos, en una parte de su historia que nunca fue contada.
Nélida, la introductora
Comienza a renacer un orgullo sin precedentes. La gallego-brasileña Nélida Piñón, primera mujer presidenta de la Academia Brasileña de las Letras, en sus apariciones televisivas y en su obra, habla habitualmente de su pequeño país de origen. Se trata de una persona con una inteligencia y energía deslumbrantes. Nélida fue uno de mis introductores en la "jet cultural" de Río de Janeiro. En las élites brasileñas te das cuenta de lo importante que es la música para este país. Todos, absolutamente todos, los escritores, los políticos, los empresarios, los militares...saben de música. Todos tienen sus gustos musicales bien definidos y saben que en el fondo, la música es una de las identidades más fuertes de Brasil, por encima de otras artes. Recordemos a Gilberto Gil como carismático ministro de cultura.
Quizás el único lugar de Brasil donde todos saben qué es un gallego sea Salvador de Bahía . Allí nuestra comunidad es potente y esta muy bien organizada. Carlinhos Brown nos contó que los gallegos fueron los primeros en darle trabajo, en una panadería. Grabar con este genio indomable fue algo más que música, fue una experiencia antropológica. Tener delante a mi tocayo de Candeal examinándote continuamente, como haría cualquier paisano nuestro, me confirmó la teoría que se fue consolidando en Bahía: que entre negros y gallegos hay algo muy profundo que nos une y unos produce una irreprimible atracción. Quizá por eso en Brasil, "galego" significa también 'de color castaño muy claro, tirando a dorado'. Son los opuestos que se atraen.
Los otros grandes centros actuales del "poderío gallego" son Sao Paulo y Río de Janeiro. Allí, es curioso que más que exhibirse, siempre tienden a esconderse misteriosamente... En Brasil, los gallegos aprendieron a organizarse en empresas con varios socios. Raro es encontrar cabezas visibles, con excepciones que bien darían una novela o una película... Los gallegos siempre se camuflaron como portugueses, más que como españoles, o simplemente como brasileños. Este es un país que se come todo, no crea guetos étnicos. Todo ser humano se transforma en un tiempo record en brasileño. Eso mismo fue lo he hizo mi bisabuelo. Es posible que las percepciones de un músico no sean científicas, pero como dijo un tal Leite de Vasconcellos : "Los artistas adivinan muchas veces lo que, por otro lado, los investigadores de historia descubren a costa de una intensa labor cerebral".