Que Cifu, Óscar, Goyo y Alberto, Diego, José, Jorge y Antón tenían ganas de subirse otra vez a estas tablas quedó demostrado desde el primer momento, cuando comenzaron a sonar los acordes del instrumental '
Breizh positive' con el que abrieron la velada. Pero que la ciudad también estaba ansiosa de escucharles de nuevo quedó bien a las claras cuando, de segundas, se arrancaron con el '
Ya está bien', que llenó de aires celtas, de letras reivindicativas (algunos dicen que comprometidas) y resacas de marineros borrachos el corazón de la capital. «E
s un momento tremendamente emocionante estar aquí, jugar en casa y sentir el calor y el candor de nuestros conciudadanos. Muchas gracias por venir», clamó Cifuentes, antes de entonar '
En estos días inciertos'. El recital continuó con '
Gente distinta' y con '
Tranquilo majete', una canción de hace 17 años pero cuya letra parece escrita antes de ayer: «
Si en España el aumento del paro, ya va por el tercer millón, y si el campo se va a la mierda, y el poder huele a corrupción. Tranquilo, no te pongas nervioso, tranquilo majete en tu sillón». Hay cosas que no cambian. Y ahí están los Celtas para denunciarlas y nosotros para cantarlas. Claro, que tampoco estábamos solos. Con
Tostones gritamos '
Trágame tierra', con
Armando Ruido (dulzainas incluidas) reclamamos '
Cuéntame un cuento', con los amigos gaiteros de
GRB,
Divertimento Folk y
Triquel cantamos '
Tú eres el mejor' , con los saxofones y trompetas de la
Banda de Coca le tendimos la mano al '
Emigrante' y con los mejores vinateros de la provincia le declaramos nuestro '
Amor al vino'. El calendario nos recordó a mitad del concierto que volvía a ser, como siempre,
20 de abril del 90, y los mecheros dieron a luz antes de encarrillar la fiesta final para iluminar '
La senda del tiempo', una canción rotunda, hermosa, tan nostálgica como espléndida (dicen que hasta al Conde Ansúrez se le escapó una lagrimita) que está pidiendo a gritos convertirse en el himno oficial de Valladolid, de una Pucela que celebró ayer, 15 años después, el regreso de unos de los suyos (quizá los mejores) a la Plaza Mayor. Ya era hora, coño.