Así suena la fiesta entre cerros y pinares. A dulzaina y tambor, a jota y a rueda, a romería. Mucho han cambiado las cosas desde aquellos viejos instrumentos que debían ponerse previamente en remojo (cual garbanzos en vísperas) para que el sonido surgiera. Y de aquellos tambores y redoblantes con parches de piel, que en invierno habrían de arrimar cada poco a la lumbre para que tensaran, ya que, por el contrario, el frío los destemplaría hasta hacer imposible el toque.
Ahora los parches de las cajas son de plásticos inalterables y sus cuerpos de aleaciones futuristas; las dulzainas de hoy se adornan orgullosas con llaves, lengüetas pulidas y firmas de los más afamados artesanos. Pero los sonidos, la esencia, nuestra esencia e identidad, siguen siendo los mismos que hace cien años. Pasacalles, procesiones, ruedas, corridos, y nuestras gozosas jotas que hacen saltar de la silla al más “parao”, siguen tocándose en nuestras fiestas, todo gracias al loable tesón de las numerosas escuelas dedicadas a enseñar los dos instrumentos más representativos de nuestra provincia, con una cantera de alumnos que garantiza la continuidad.
Por suerte, hoy en día contamos con grandes dulzaineros y tamborileros que no sólo se dedican a la mera ejecución (que palabra más poco apropiada para un músico), sino que investigan, experimentan, componen, adaptan y recrean todas las posibilidades de unos instrumentos relegados, hasta hace bien poco, a jugar folklóricamente con un par de jotas para las peñas en un encierro. ¡Y menos mal! Ahora se oye desde jazz (curioso ¿eh?) hasta los éxitos discotequeros del momento, que ha de haber de todo y para todos, versionados libremente, eso sí, para el deleite del común. Y es que la dulzaina pertenece a nuestras gentes y para ellas fue creada.
Por suerte, hoy en día contamos con grandes dulzaineros y tamborileros que no sólo se dedican a la mera ejecución (que palabra más poco apropiada para un músico), sino que investigan, experimentan, componen, adaptan y recrean todas las posibilidades de unos instrumentos relegados, hasta hace bien poco, a jugar folklóricamente con un par de jotas para las peñas en un encierro. ¡Y menos mal! Ahora se oye desde jazz (curioso ¿eh?) hasta los éxitos discotequeros del momento, que ha de haber de todo y para todos, versionados libremente, eso sí, para el deleite del común. Y es que la dulzaina pertenece a nuestras gentes y para ellas fue creada.
XXIV CERTAMEN DE DULZAINA TIERRA DE PINARES
22.00h. Sábado 14 de Agosto 2010
Teatro Casa de Cultura de AldeaMayor de San Martín (Valladolid)
David Huerta Pontón
(El Escorial)
Escuela de Dulzaina Plaza de Castilla
(Madrid)
Escuela de música tradicional Tierra de Pinares
(Aldeamayor de S.Martín)
22.00h. Sábado 14 de Agosto 2010
Teatro Casa de Cultura de AldeaMayor de San Martín (Valladolid)
David Huerta Pontón
(El Escorial)
Escuela de Dulzaina Plaza de Castilla
(Madrid)
Escuela de música tradicional Tierra de Pinares
(Aldeamayor de S.Martín)